La manera en cómo llegamos a la lectura de un tweet no deja de ser curiosa, a la vez que tremendamente accesible. Cuando publicamos un tweet lo único que hacemos es dejar una información escrita en un espacio público, esperando que sea leído (pull); a diferencia del correo electrónico que al mandarlo se lanza contra alguien (push), con una probabilidad de lectura aparentemente más elevada.

Formas que tenemos de llegar a un tweet publicado:

  • mandar un direct (DM) a otro usuario (co-follower), de manera privada (1-to-1) y directa (lo más parecido al correo electrónico. De hecho, nos llega por email la alerta de su llegada.
  • followers que ven el tweet en el lifestream on-time, calentito y recién publicado. Se visualiza a través del friends timeline
  • followers que ven el tweet en un momento posterior, con riesgo a que la información haya caducado. Se visualiza:
    • durante un repaso de tweets del perfil
    • leyendo el RSS de feed de la cuenta concreta
    • en un resultado orgánico de un criterio de búsqueda (SERPs)
  • no followers que llegan a la cuenta twitter de un usuario (si éste no tiene protegida su visualización), referenciado desde algún web, link entrante, o acceso directo a través de su URL; y ven su útlimo tweet, resaltado con un cuerpo de tipografía mayor al del stream histórico del mismo
  • no followers llegados de buscadores, ya que han seguido el enlace de una entrada posicionada orgánicamente
  • no followers que llegan al tweet mediante un lector de tweets de escritorio, filtrando keywords de su interés

Claramente, twitter es un buen medio de comunicación y acceso a la información, también, completamente transversal –por no imponer tipologías relacionales entre usuarios– por su fácil accesibilidad a contenidos publicados.

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Francesc Grau

Obrero de la comunicación 💬 CEO de Chatforce.tech 💡 y autor 📚 de libros, artículos y este humilde blog

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