Leyendo un articulo en NYTimes, hay una idea que encuentro muy atractiva para dedicarle una reflexión: la tecnología ha fomentado el desorden de nuestras relaciones.
Y no se refiere precisamente a un concepto negativo del vocablo, sino más bien a que gracias a las nuevas herramientas de comunicación (físicas y lógicas, smartphones y redes sociales) cada vez se mezclan más los espacios de relación entre las personas. Me ha llamado la atención porque la esencia de la idea me ha dado con la dureza de un puñetazo en la frente.. 😐
Donde realicemos una actividad o hablemos con otra persona está dejando de tener importancia por el hecho que podemos mantener cualquier conversación (relación) con alguien en una situación de desubicación total i absoluta. Cada vez es más frecuente (y lo será aún mucho más) contestar correos “de trabajo” en casa, en el coche, andando o paseando por la calle..; conversar fácilmente con amigos del otro lado del mundo mientras ambos desarrollamos actividades totalmente distintas al mismo tiempo, o tuitear disimuladamente en reuniones sobre “temas personales”. Escogemos el tiempo cuando focalizar la atención en cada sitio determinado, optimizando así nuestra “presencia total“ (dentro y fuera de la red).
Parece que precisamente la tecnología haya facilitado el hecho relacional entre personas humanas relegando la fuerza del lugar (el sitio, el espacio) concreto donde se ubican, con total independencia de su posición. Quizá por este motivo, cobren cada vez más importancia las herramientas de geolocalización y publicación de fotografías en tiempo real: para emplazarnos en un sitio físico concreto, para enseñar al mundo desde el lugar en el que nos encontramos. En definitiva, que continuamos siendo personas de carne y hueso fuera de la red, situadas en un punto geográfico 🙂
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