Permítame hacer hoy una inflexión en el contenido de este blog, sólo con el precepto de un acontecimiento que para mi resulta extraordinario. Acabo de ser padre de un niño (no abundaremos en alabanzas a él ni a la madre… ;-)) sino que ha llegado en muy pocos días de diferencia al cumpleaños de su bisabuela. Ambos les une consanguinidad y una cadena de 3 generaciones 🙂
Les separan 90 años de historia cargados como nunca antes había sucedido. Mi abuela sobrevivió una Guerra Mundial y una Guerra Civil. Se curó de tifus. Trabajó el campo de muy pequeña (hasta los 6 años) y luego vivió en Barcelona sirviendo una familia de bienestantes hasta casarse con mi abuelo, a quien cuidó hasta el último día de su enfermedad pulmonar.
Pasó de viajar en un viejo carro destartalado de madera, ya de su abuelo en Sant Joan de les Abadesses durante su juventud rural, con el que hacía camino entre 2 pueblos durante 2 días; a volar en avión a 900km/h con nosotros. En su infancia no hubo juegos, ni educación en letras ni ciencias. Aunque sepa leer y escribir a lápiz de carbón, ha visto la transformación provocado por el chip: de él depende toda la informática y los electrodomésticos. Vivió la llegada a la luna con abrumación. Asimismo los grandes avances médicos contra epidemias, pestes y afecciones.
Los choques culturales y sociales en el trabajo. El suyo en la industria textil. La moda y confección, las largas jornadas, sin festivos. Se casó un laborable por la mañana y fueron a trabajar por la tarde. La evolución del papel de la mujer en las empresas, en la familia y la sociedad.
Mi abuela es realmente una heroína para mi. Y ha podido ver nacer a mi hijo, con el que se lleva 90 años de diferencia… (personalmente, este dato me parece alucinante!)
Intento mirar atrás a través de sus ojos la evolución de nuestro mundo, ver la riqueza que representa, por ella, haber superado un sinfín de obstáculos mortales y conseguido retos vitales inimaginables en su niñez. Por otro lado, observo mi hijo intentando imaginar qué será de él, qué mundo verá crecer en los próximos 10, 30, 50… o 90 años más. Viéndolos allí, juntos los dos, los imagino como si estuviésemos en una máquina del tiempo, ahora en el presente -claro ;-)- en la que hubiésemos bajado por sólo un momento para visitar el presente a ver cómo va todo, para volver a subirnos una vez cenados por la noche, hacia la próxima estación temporal, quién sabe cuántos años más adelante…