Acabado de aterrizar de unas mini-vacaciones en las Pitiüsas, totalmente unplugged y desnudo de tecnología, más allá de una toalla y un bañador, debo confesar que el uso de las herramientas 2.0 causan una adicción, difícil de ‘abandonar’.
La ausencia de twitter se nota desde el minuto 1, justo después de apagar la Blackberry y guardarla encima del tocador de mi casa. Saber que no volverás a verla funcionando hasta al cabo de 7 días, causa una extraña sensación como de abandono real de toda una comunidad. Vosotros, sois mis compañeros, con quien comparto mi vida diaria, mis pensamientos.
En tan solo unas horas, desconocía las opiniones de los bloggers que habitualmente leo. Al igual que no tenía ni idea de si alguien me había enviado un mail o dejado un comment. A medida que avanzaba el día, iba encontrando contínuos momentos que, en un día normal, twitearía, postearía o facebookaría 😉
Una cosa sí me ha sorprendido: no he notado estar sin teléfono. ¿Se habrá quedado realmente obsoleto para mi? ¿Empieza a ser una herramienta prescindible? ¿Por qué echo más en falta un twit que una llamada?
Pues sí, tengo la respuesta. Todas las herramientas que uso a diario relacionadas con internet (email, posts, comments, twitter, facebook, xing, etc.), permiten una acción diferida al momento de la intervención. Es decir, a diferencia del teléfono, que és el más intrusivo y agresivo de los sistemas de telecomunicación personal, estas herramientas de internet permiten una comunicación a la carta (pudiendo interactuar a través de qualquier plataforma), cuando uno quiere (se escoge el momento para la interacción), con la duración que uno decida (decidiendo las longitudes que se necesiten -adaptadas al medio-), y de uno a muchos (contrariamente al teléfono que tradicionalmente sólo es de uno a uno). Por todo eso, al ser de trato más amigable, estas herramientas resultan más pegadizas y productivas, y por tanto, mucho más cercanas, personales y libres.