Web 1.0, 2.0, 3.0… e incluso he oído por ahí, 4.0. Vivimos la evolución de la web con intensidad a través de la denominación de distintas generaciones de la tecnología sobre la que trabaja. Por que no es más que eso: soporte. El versionado de la web es bautizado -aún- por tecnólogos y puede que esto nos haya despistado de lo que realmente ha sido revolucionario y disruptivo en nuestro tiempo: la instauración de una realidad de relaciones aumentadas (como presenté inicialmente en esta exposición).
Hasta hace muy poco, ignorábamos qué tipo de relación, incluso la existencia de ella, entre empresas, organizaciones, marcas o países. Teníamos conocimiento de estas vinculaciones a través de la publicación de sus colaboraciones, contratos comerciales o tratados internacionales; y donde sólo los medios de comunicación tenían un rol informador clave.
Hoy, y para mi la auténtica revolución es esta nueva dimensión de la web con las relaciones aumentadas. Nada más. La tecnología que las soporta es pura chatarra (con cariño 😉 y perdone el coloquialismo). Una realidad donde todos tenemos expuestos nuestros amigos y el tipo de relación que tenemos con ellos. Pasarán los facebooks, los twitters, los foursquares, los linkedins… pero el mínimo común divisor continuará siendo uno: la exposición y el uso de nuestras relaciones. Llegó la web 2.0 en que se abrió el diálogo, estamos entrando en la web 3.0 de la semántica, y podemos intuir una web 4.0 inteligente y autoadministrada; pero fíjese que lo único que permanece intacto son las relaciones entre usuarios (sean personas, empresas, organizaciones o marcas).