A veces, apelar al sentido común parece lo más fácil que le pueden pedir a uno, pero cuando realmente lo necesitas es justo en ese momento cuando te das cuenta que hay que buscarlo donde sea 😉
Todas las profesiones, a parte de sus tecnicidades específicas, exigen altas dosis de sentido común para desarrollarlas con éxito. Las relaciones públicas en medios sociales, no están exentas de él, es más, creo que nuestro trabajo lo necesita más que otros. El trato continuado con personas requiere de su uso muy a menudo, y me he dado cuenta que este sentido común, este instinto básico de asertividad humana, no es patrimonio de todos y en todo momento. Mi hipótesis (aún no corroborada como teoría) es que:
- no todo el mundo tiene sentido común (por lo tanto ya no puede ser denominado como común)
- quien lo posee, no lo ejecuta siempre que lo requiere, e incluso puede que no lo haga en momentos en que lo requeriría
Estos dos principios hacen que esta cualidad, eminentemente aprendida durante el aprendizaje de la sociabilización, sea uno de los valores que más busque en mis colaboradores y compañeros de batallas, ya que si no se posee en el momento en que se necesita, es muy difícil de definir y explicar –y por lo tanto, aprender de mayor 😉 –. También hay que decir, que si consiguiera demostrar esta hipótesis, su denominación quedaría invalidada por completo por razones obvias 🙂
Este supuesto sentido común incluye cualidades humanas tan importantes como la oportunidad, el equilibrio, cierta intuición, comprensión (y otras). Por su alto grado de complejidad y por su escasedad online (y offline, por supuesto), le atrivuyo este valor primordial, y así lo expreso en estas líneas.