Ante el hervidero de entornos sociales a los que podemos acceder ahora mismo, hago una reflexión contigo en voz alta, acerca del escenario actual y tendencia de futuro.
La vida de este tipo de webs es bastante reciente, pero ha evolucionado a una velocidad de vértigo, adaptándose a nuevas necesidades a medida que los usuarios pedían más prestaciones y probando con nuevos públicos y formatos, a veces de manera –incluso- inconsciente.
Las redes sociales nacen de la necesidad de relacionar personas con intereses comunes. Recordemos los orígenes de Facebook en compartir momentos de ocio y antiguos compañeros, o Twitter como sistema de comunicación entre desarrolladores para mantenerse informados durante la programación de un proyecto tecnológico, por dar ejemplos de plataformas conocidas. La eclosión de estas webs con carácter personal y social fue tan fuerte, que empujó a crear más horizontalizando el abaste de miembros y transversalizado la tipología de perfiles. Pero no tardaron en aparecer los primeros sitios que apostaron por especializarse por un formato: Flickr en fotografías, Youtube en vídeos, Slideshare en presentaciones o Scribd en documentos. Y casi en paralelo, aparecieron las primeras, segmentando por perfiles profesionales, como LinkedIn, Xing o Viadeo.
Llegado a este punto, el panorama dio una vuelta de tuerca más, ofreciendo espacios libres donde cualquier persona puede crear su propia red social, horizontal o vertical, basada en el criterio que le plazca, como Ning, mixxt o BuddyPress. De esta manera tan personalizada, podemos encontrar redes sociales centradas en la pesca del siluro, en la compartición de los sueños o los amantes de los hamsters!
Pero es evidente que la creatividad humana está siempre sedienta de novedades y mejoras; y contraria a los conformismos. Y siguió. La última tipología de red social es la implantada –específicamente– dentro de sitios con gran potencial de compartición de información y relación interna. La motivación es la creación de un “ecosistema” informativo/relacional dentro del mismo sitio, donde los individuos, una vez dentro, compartan los contenidos que allí se ofrecen. Es el caso de Eskup, en El País, por ejemplo. Temática verticalizada por el contenido del sitio y comunidad afín a la compartición de dicho específico contenido. Pero, salvo pocas excepciones, en mi humilde opinión, esta tipología de comunidad tiene pocas esperanzas de vida, debido a que precisamente los heavy users de redes sociales, líderes de opinión y viralizadores de los contenidos de estos sitios, son fuertes fuera en otras redes sociales transversales donde hay la mayoría de usuarios. Construir una comunidad es complejo y requiere de tiempo. Volver a empezar representa una inversión de recursos que soy escéptico a que muchos vuelvan a re-construir.
Evidentemente, las redes verticales tienen todo el sentido del mundo como sitios en donde el contenido va dirigido exclusivamente a un segmento de público muy concreto, muy interesado en el core-Content de la comunidad (como, por ejemplo, una subcomunidad de médicos y pacientes, un espacio alrededor a un sector económico, etc.). Van a ser sub-redes sociales muy verticalizadas en un solo tema, con relativos pocos miembros (siempre comparado con las generalistas horizontales). El lado bueno, es que al ser una red de nicho, sus habitantes (supervivientes 😉 ) estarán muy especializados en la eje temático sobre el que se habla y comparte allí, y el interés por permanecer y alimentar el sitio es máximo. Éstas sí sobrevivirán, incluso se proliferarán tendiendo al infinito de temáticas sobre intereses humanos.