Es el pan de casi todos los días:
¿se puede remunerar a un blogger para que escriba sobre un tema?
si lo hace, ¿qué valor tendrá esa información?
¿que credibilidad merece para el lector del post?
¿qué papel juega aquí la ética blogger (si es que hay alguna)?
En mi opinión, todos estos debates son carne de post (como este mismo 😉 ), pero es bueno que se hable de ello. Y es un buen síntoma que a la blogosfera le preocupan estos temas importantes. Pero la realidad, en términos efectivos, es que por mucho que se hable y se escriba, quedará al libre albedrío del blogger aceptar o no un patrocinio. Como debe ser!En un espacio de máxima libertad, como es internet (para lo bueno y para lo malo), creo que la toma de decisiones tiene que imperar el sentido común individual y personalizado a cada uno de nosotros. Es decir, determinar si un blogger debe o no debe aceptar un patrocinio no está (ni debe estar) en la mano de nadie más que el propio blogger, y éste decidirá si procede y de qué manera. En la red, hay un buen muestrario de posts patrocinados, algunos más bruscos, falsos, limpios y transparentes que otros.
Lo que sí es verdad, y analizando la naturaleza del hecho publicitario y del patrocinio, su existencia radica en incentivar la comunicación de una información, tomando el control desde el anunciante/patrocinador. Desde las relaciones públicas (tradicionales o 2.0), sabemos que ante los desequilibrios de poder entre emisor y receptor, pueden saltar chispas. A la que verticalizamos un tanto la estructura del flujo comunicativo hacia uno de los lados, el otro pude sufrir las consecuencias, incluso desde sus iguales, que no van a ver con buenos ojos esa demostración de fuerza ($).
Cada uno debe elegir su propio camino, y su audiencia aprobará, o no, sus decisiones. Una vez más, el pueblo tendrá la razón.
Por cierto, de todo esto y mucho más, lo discutiremos en el próximo Cava&twittS de marzo.
(y este post, no está patrocinado 😉 )