Escribo esta opinión en ralación a diversas conversaciones que he tenido las últimas semanas con otros comunicadores, y que ayer David, en su estreno en Diari ARA con un completo reportaje sobre prácitcas políticas digitales, colmó el vaso con este gota:
Cap partit reconeix utilitzar perfils falsos, però s’acusen els uns als altres de recórrer a aquesta pràctica. pic.twitter.com/kKW2qCg2uF
— David Parreño Mont (@dapamont) February 20, 2015
“Ningún partido reconoce utilizar perfiles falsos, pero se acusan entre ellos de recorrer a este tipo de prácticas”
Es un tema muy peliagudo pero que creo que merece una reflexión sensata, ya que a priori puede parecer una práctica perversa e intolerable pero la vemos todos los días en otro contexto y no lo tenemos en cuenta en absoluto. Me explico.
Soy publicitario de formación y veo todos los días en medios gráficos, radiofónicos y televisivos actores prescribiendo productos variopintos. Para todos es un acto normal, pero analicémoslo de la misma manera como lo hacemos ahora en las redes sociales: son personajes falsos dando una opinión falsa sobre un producto o servicio. Después de más de 80 años, los testimoniales se han convertido en una convención social aceptada por todos y exenta de escándalo. La tenemos normalizada. No nos es extraño verla a diario en medios tradicionales y lo aceptamos sin problemas. A nadie le molesta ver a un personaje conocido (o anónimo, actor) mintiendo en público por dinero. No pasa nada.
Pero no sucede lo mismo en las redes sociales. Hay que decir que ‘su equivalente’ digital interactua con los demás usuarios (con el público), cosa que no hacen los testimoniales en medios tradicionales, por falta de interactividad en estos medios. Y esta interacción nos despista. Quizá nos proyecta su versión más creíble, pero siguen siendo tan falsos como los primeros.
En internet, una identidad digital se le presupone autenticidad. No se aceptan personajes falsos. Son penalizados y rechazados.
Mi opinión:
- al igual que cualquier estrategia de comunicación, la falta al respeto a los demás a través de perfiles auténticos o falsos, es intolerable
- a pesar de creer que no tenemos aún perspectiva para juzgar si esta práctica es totalmente fraudulenta, no me gusta en absoluto
- es una práctica que tiene resultados muy cortoplacistas. A demás, a la media-larga es una práctica leonina, ya que se volverá en contra tarde o temprano. No se comprenderá y se descubrirá. Alguno de ellos cometerá un error y se reproducirá en serie evidenciando la despersonalización..
Estoy convencido que dentro de unos años (muchos o pocos) seguirá habiendo personajes falsos usados en multitud de fines persuasivos, comerciales o ideológicos, y lo veremos de forma completamente normal. Habremos aprendiendido a identificarlos y aceptarlos con la misma facilidad que lo hacemos hoy con los testimoniales.