Con tanto debate sobre el community manager, es fácil que a más de uno se le pueda ir la cabeza con el (ya no tan nuevo) concepto. Y es que entre las múl–ti–ples de–fi–ni–cio–nes que le han dado, que si tiene que presentarse ante su comunidad o debe interactuar como si fuere un espíritu anónimo, si puede irse de vacaciones el/la pobre, o si… parece que olvidemos que un gestor de comunidades corporativas es un trabajo de alto valor y de una responsabilidad enorme. De tanto valor como el montante inmaterial que tenga la marca a la que represente, ni más ni menos.
Pero además, esta figura, que tampoco tiene que ser una sola persona, encarnará la viva imagen de la marca que represente erigiéndose como interlocutor válido ante cualquier mensaje público o privado de quienes quieran dirigirse a ella (la marca) en internet. Casi nada. Para eso, va a necesitar de un conjunto de cualidad y habilidades personales y profesionales que, sumado a cierta experiencia, le permitirán desarrollar satisfactoriamente su cometido conjuntamente al de la marca, individualmente o integrado en un equipo, lidiando con peligros importantes.
Y es que el community manager es una persona que actúa como tal. Realmente hay muy pocos trabajos en que tu lado humano tenga que salir quizá más de relieve que tu lado profesional, que también hay que cuidarlo, por supuesto. Me refiero que la internet social es por antonomasia, un espacio personal, donde encontrar eso: personas. Personas que sean ellas mismas o marcas que interactúen con códigos humanos. No automatismos, no bots, no packetizaciones, estandarizaciones o industrializaciones. Requerirá de una cintura de goma, para adaptarse en cuestión de segundos a nuevas situaciones, a la vez que unos fundamentos y valores de hierro.
El comportamiento en cualquier terreno online (web, mail, red social, foro, chat, etc.) requerirá de grandes dosis de improvisación políticamente correcta en cada espacio y tiempo, que sólo las normas no-escritas del buen hacer conseguirán no meterse en berenjenales de gran impacto, con atención en todos los medios (y no sólo los sociales…).