De relaciones ha habido siempre y hay de muchos tipos, aunque nunca habían interesado tanto y a tanta gente como ahora. La búsqueda y captura, a través de su digitalización, de estas relaciones, ha suscitado el interés de la comunidad online y empieza a hacerlo, también, el resto de personas sin tanta actividad en la red. El poder de cristalización de toda la actividad de una persona u organización en internet (y su posterior encuentro) ha levantado el interés de los usuarios en tejer sus relaciones en diferentes espacios sociales.
Muchos de estos espacios sociales a los que estamos no permiten escoger el tipo de relación que queremos. Redes sociales como Facebook o LinkedIn requieren de confirmación del contacto al que se le solicita amistad. Twitter, por el contra, no exige esta bidireccionalidad. Precisamente este motivo refuerza mi predilección por este sistema de comunicación, y permite que defienda mi tesis sobre porque creo en las relaciones bidireccionales, y más (y sobretodo) en twitter.
Para mi, es una filosofía de vida, online y offline, basada en la humanidad, más que en el puro interés (que también existe, por supuesto), pero prefiero relacionarme con personas que generan contenidos de interés, que no con contenidos (más o menos) de interés generados por anónimos.
Esta forma de entender las relaciones humanas la empecé viendo, de pequeño, a mis padres quienes regentaban un duro negocio familiar dedicado a la compra-venta al por mayor de frutas y verduras. En casa, siempre que se podía, se devolvía el consumo preferencialmente a aquellos quienes también compraban en el almacén de mis padres. Cerrando, en cierta manera, el círculo de confianza y sustentación económica entre negocios y personas. Es un comportamiento lógico, ¿no?
Si usted viene a mi blog, yo vendré al suyo. Si usted me sigue, yo también intentaré hacerlo, siempre que no sea usted un bot 😉 , publique spam o falte a los valores de conducta que considero ‘correctos’.
Lo veo un comportamiento (1) coherente con mi personalidad y modo de ser, (2) con mi profesión (estar atento a aquellas novedades que puedan afectar a mis colaboradores y clientes con quien trabajo), (3) con mi disciplina de trabajo (las relaciones públicas, bien llevadas, requieren de la predisposición a la bidireccionalidad) y (4) con la cultura de colaboración proactiva de la red en estos tiempos contemporáneos de web 2.0.
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