La libertad de la palabra quizá sea unos de los TOP3 valores más preciados que sustentan la internet que hoy conocemos, sino el primero. Pero sí es cierto que, a veces con amigos -también habitantes de la red-, discutimos sobre cómo podría mantenerse esa libertad de expresión guardando a la vez unos principios de respeto, veracidad y autenticidad.
Digo eso ahora, a propósito de unos casos de los que me he estado documentando a raíz de una consulta entrante. Es tan fácil escribir un post, o un comment, en un blog que algunos usuarios parecen desconocer el poder que pueden tener sus palabras. Padecer de incontinencia verbal en el trabajo es peligroso, pero padecerlo en internet puede ser letal para terceros.
Podría ponerle un ejemplo de cualquier gran empresa de cualquier sector, pero como estamos en una crisis económica abierta, voy a poner el ejemplo del sector de moda: el financiero.
Es realmente espectacular el rumoreo de todo tipo de crisis que se generan sobre entidades, bancos, cajas y el mismo sector; pero lo que me fascina es comprobar (siguiendo los links más relevantes) que los titulares de los posts donde aparecen juntos el nombre de la entidad y las palabras “crisis”, “bancarrota”, “suspensión de pagos” o “quiebra”, ninguno de ellos posee ninguna certeza sobre la información que está difundiendo. Palabras y frases como “supuesta”, “supongo”, “según me cuenta un amigo de confianza”… Es más, el signo de puntuación que más se repite suele ser “? ¿“. Pero al usuario medio que busca información sobre una entidad, le basta un simple rumor infundado (o no) para desechar la posibilidad de contratar los servicios de esa entidad.
Lo que debería preocuparnos, a parte del mero hecho de no aportar pruebas sobre los hechos (porque muy poca gente las tiene, y los que las tienen no están aun demasiado puestos en esto de internet), es que la información en la red es duradera, y se mantiene gravada en servidores, mirrors, cachés e indexaciones de buscadores; y la tarea de actualizar posts i comments no resulta nada fácil. Por otro lado, también continua la cultura, que existe en los medios de comunicación tradicionales, en que admitir y enmendar un error publicado pasa a ser misión imposible.
A todo eso me refiero, a seguir intentando encontrar alguna solución viable para autentificar o moderar este océano maravilloso e infinito que representa el acceso libre a la palabra. En el peor de los casos, cabe afirmar que esas lagunas, imperfecciones del sistema, también existen de igual manera en el mundo real, fuera de los confines virtuales.