Las redes sociales han supuesto una revolución no tan sólo en materia de relaciones entre personas y organizaciones, sino también otros aspectos que habían quedado olvidados bajo las características intrínsecas de los medios tradicionales unidireccionales. Uno de estos aspectos está de rabiosa actualidad: el papel que juega “lo público” y “lo privado” en todo este panorama de relaciones personales y profesionales cruzadas, junto a el hecho de poder comunicar y relacionarse sin intermediarios, a much@s les ha supuesto un cambio total de paradigma.
Resulta que hoy podemos concentrar todos nuestros ámbitos vitales en un mismo sitio, accesible, almacenable y fácilmente consultable por terceros. Nos comunicamos y relacionamos con nuestros amigos de clase (o del máster, según la edad), amistades recuperadas de la infancia, compañeros de trabajo, clientes, proveedores, jefes y algún que otro accionista, familiares y consortes. Periodistas de todos ámbitos, exparejas y enemistades. Todos juntos y revueltos en el mismo espacio (sea twitter, facebook o cualquier red social que sea), con la posibilidad de interactuar con ellos, ellos con nosotros y todos ellos entre todos. Vaya soufflé 🙂 Esta situación de convergencia total nunca se hubiese dado de no disponer de las actuales plataformas digitales.
Y la pregunta que hago es: ¿sabemos interactuar correctamente con cada uno de ellos, ofreciéndoles la información y el tono que cada uno de ellos requiere?, ¿conseguiremos callarnos un comentario sarcástico que tenemos con un/a compañero/a del trabajo que puede ofender a uno de nuestros familiares? ¿Y si se nos va de la boca un comentario en público cuando debería ser privado con un colaborador?
A priori, podríamos pensar que seremos capaces de discernir claramente lo público de lo privado pero luego vemos que no resulta tan fácil. Estar “delante” de todos ellos mientras estamos solos ante nuestro ordenador en la oficina, o tranquilamente en casa con el portátil, no parece tan sencillo cambiar el chip y actuar acorde a las consecuencias que comporta tener amigos de tan distintos ámbitos, gustos, procedencias, niveles de conocimiento y confianza.
Pero no le dejaré con todo este percal y me iré sin darle una propuesta de solución… Tengo el elemento alpha para resolver este dilema: usar el sentido común. Usar los niveles de privacidad que permite cada espacios social en concreto (grupos, páginas, mensajes directos, estados públicos, listas privadas, etc.).
En sus momentos fuera de la red, estoy convencido que nunca cruzaría estos niveles de privacidad. El consejo es que tampoco lo haga en la red.