Del concepto de la transformación digital seguro que habéis oído hablar, habéis leído, visto alguna ponencia o, incluso, lo hacéis en vuestra propia empresa u organización. Hace años que se habla y se intenta poner en práctica. Todo lo que os ha llegado hasta hoy seguro que son planes y buenas intenciones sobre cómo digitalizar la actividad de una empresa, como instaurar nuevos procesos digitales donde antes sólo había papel o palabras de supervisor; incluir móviles, tabletas y PCs que se actualizan sólos; trabajo colaborativo entre un mismo equipo o entre varios equipos interdisciplinarios, quizá también internacionales.
Es la noticia del día. La mayor red social del momento se ha hecho con la principal compañía de mensajería privada del momento. Primo-hermanos en su naturaleza (relación digital entre individuos) aunque muy diferentes y alejados en su forma.
Más allá de sus astronómicas cifras de usuarios, Facebook acarrea unos problemas estructurales que podrían costarle su negocio. App móvil poco convincente, condiciones de privacidad y comercialización de datosalgo agresivas, huida en masa de los sectores más jóvenes hacia otros espacios.. Estas debilidades han provocado recientes cambios y adquisiciones multimillonarias para intentar mejorar sus faltas.
Desde que vídeo y música dejaron su estado analógico (vinilos, cassettes) y se codificaron en ceros y unos hubo una gran distorsión en la Fuerza. No creo que nadie de las industrias respectivas, en ese momento, se pudiera imaginar lo que había empezado para ellos: la inevitable obligación de reinventarse o morir. Están en ello. Lo intentan, pero aún no consiguen dar con una fórmula que consiga reportarles los millonarios ingresos del viejo monopolio. Quizá no exista. O no exista para ellos y sí para quienes intenten apostar por sendas inexploradas del negocio digital.
Mientras tanto, en el mundo, y fuera de la industria cultural estricta, la vida sigue. Vemos cómo brotan nuevas formas de aunar objetivos comunes entre los distintos actores del sistema, intentando cuajar un modelo que permita dar salida natural al potencial de todos y cada uno de los intervinientes. Es el caso de los compañeros de MUWOM, liderado por Roberto Carreras y Carlos Jean, quienes impulsan un proyecto que me interesa y me obliga a hacer un parón en el camino y a fijarme en su trabajo.
Hace tan sólo unos minutos, un tuit falso hundía el Dow Jones. El orígen: el hackeo del la cuenta de Associated Press (@AP) la cual publicaba que dos explosiones habían tenido lugar en la Casa Blanca y el presidente Obama había resultado herido.
Una vez más, nada nuevo: ni la falsedad de un tuit, ni el hackeo de una cuenta importante de Twitter, ni lamentablemente el procedimiento que tendría que seguirse: el contraste informativo.
The @ap Twitter account has been suspended after it was hacked. The tweet about an attack on the White House was false.
Por la fiebre del ROI en internet se focaliza injustamente la atención unicamente sobre las interacciones, las reacciones sobre una acción concreta. Comprensible, pero erróneo. Sesgado. Una gran masa de ‘oyentes’ también son impactados y no realizan ninguna acción directa, o al menos digitalmente medible. Se descarta este dato de saque. Y incluso puede que haya comprado la idea o el producto ipso facto. No lo sabemos. Igual que no sabemos si de todos los likes realizados cuántos comprarán producto.
En los medios tradicionales no existe (tanto) esta obsesión. Creemos casi religiosamente a unos únicos datos (incontrastables y de dudosa naturalezasecreta) y tanto la misma audiencia como los anunciantes, contentos con ellos mismos y con los datos incontrastables.
Esas prácticas de optimización continuada sobre el código y el contenido de toda página web publicada bajo nuestros dominios, con el objetivo de conseguir un buen posicionamiento en el TOP10 de Google, va perdiendo poco a poco su sentido clásico.
El algoritmo secreto de cómo Google ordena sus resultados de búsqueda no ha parado de evolucionar desde sus inicios. El propio Matt Cutts, el ingeniero de la compañía más mediático, ha explicado en distintas ocasiones algunos de estos factores que hay que tener en cuenta.
Pero desde la llegada de los medios sociales y las plataformas de interacción directa entre usuarios, se han abierto nuevas líneas de posicionamiento que rompen de forma directa la construcción de los antiguos resultados a los que los ‘posicionadores profesionales tradicionales’ estaban acostumbrados a trabajar. Leer mr »
Luego nos quejamos que algunas tecnologías sólo son para frikis. Por supuesto. El uso que los los prescriptores, influenciadores y marcas hagan de ellas será lo que la gran masa de usuarios acabará adoptándolas o no.
Y me centro en un caso concreto, que sin ser representativo de nada, sí que no es ni el único, ni el primero que me encuentro, ni lamentablemente será el último. Y aún más, asumiendo el mea culpa gremial, como publicitario que soy de oficio, creo que los comunicadores, por la labor que hemos escogido hacer, tenemos el deber de conocer las herramientas de las que disponemos; igual que el herrero y el carpintero conoce las suyas.
Que el e-Commerce esté en plena expansión no es notícia. Que la vida hoy corre muy rápido, sobretodo en cuanto a lo que la supervivencia atañe, tampoco lo es. Pero prepararse para lo que viene encima (aquí las prisas de contarlo) al e-Commerce sí que vale la pena verlo: el p-Commerce.
En una de las conversaciones con Alicia salió a modo de reflexión, con una falsa inocencia.. el mundo cada día es más global, las distancias se acortan, las personas se comunican sin barreras ni fronteras, los mercados se han abierto internacionalmente, la intermediación y el exclusivismo de la distribución están en plena tela de juicio, redescubrimiento y reinvención. El paso del comercio tradicional (local, personalizado, trato directo, alto conocimiento entre ambas partes) al comercio electrónico (tienda virtual, accesible, cómodo, abierto 24×7, rápido, individual) está suponiendo una auténtica revolución en el nuevo escenario vital en el que nos encontramos. La compra-venta de productos en tienda física ha progresado hacia la tienda online donde encontramos virtualizada la antigua tienda tradicional, con todas las ventajas de la web. Leer mr »
El fenómeno Klout empieza a hacerse notar. Hay clientes, empresas, organizaciones, personas que comienzan a preocuparse (con cierto caracter de urgencia..) en aumentar uno de los índices sociales que en breve dará que hablar. Klout se está estandarizando como referente como rankeador de influencia individual en la red. Individual entendido como individuo digital: persona o cualquier organismo con una identidad digital compuesta por uno o más perfiles en espacios sociales. Y es que ante la enorme dispersión de información y presencia de marcas en tan variopinta web social en que estamos, acudir a un solo sitio y que te dé un dato absoluto sobre alguien, ‘contextualizable’ al conjunto del universo online, la verdad: más allá de egos personales y corporativos, tiene atractivo. Sea para los que necesitan encontrar (o simplemente informarse) de qué perfiles mantienen unas ciertas actitudes en relación a los demás: lideraje, difusión, conectores…, información sobre identidad digital clasificada por los temas sobre los que más publica un sujeto (dime sobre qué twitteas y te diré a qué te dedicas ;-)) o una propuesta de medición de representatividad dentro del ecosistema digital.
Existen otros competidores como PeerIndex o Kred.ly que aplicarán otros algoritmos de cálculo de un ránking, más o menos acertado o cercano a una idea de quién es quien en el universo online. Como el algoritmo de Google, o la fórmula de la Coca-Cola, los factores que componen el producto final identitario son secretos y generan desajustes importantes. Medir/pesar quién es una persona, marca, empresa u organización no es nada fácil, teniendo en cuenta la innumerable cantidad de factores humanos que les afectan y se escapan a la matemática: percepciones, sensaciones, apatías, feelings, cariños, rencores, filias o fobias (para nombrar algunas). Leer mr »
Basado en el concepto sobre el que aún nos quedan muchos bits por publicar: de reputación sólo hay una, y no hay división entre la “supuestamente real” y la online; sino que lo digital es una capa más del mismo concepto; estamos ante una realidad dual.
Que nuestra existencia en este mundo hoy sea inseparablemente online y offline, sin pedirlo, sin quererlo… simplemente, es una certeza tan real como la vida misma. En ninguna de las dos realidades es más ni menos difícil salirse adelante. Cada una tiene sus entornos, códigos y cultura en las que desenvolverse.
Y esta presencialidad (antes, en una época cretácea de web 1.0, le hubiéramos dicho, virtual) nos ofrece una oportunidad, relativamente opcional de sociabilizarnos con mayor número de personas y de una manera mejor (para mi, mucho más ordenada que la offline). Leer mr »
Head of @LEWISPRspain Devoted to communications, Social Media Maven (they say),eager beaver and curious about almost everything. @Mapasonor @TwestivalBCN