Ayer seguí con atención el incremento de comments que le llegaban a Carlos Azagra, dibujante historietista reivindicativo de El Jueves, en referencia a uno de sus últimos dibujitos. La viñeta en cuestión, alude al juicio que tendrá lugar el próximo 22 de setiembre en Madrid, en el que comparece el director de la división española de un banco, imputado por un despido. El dibujante debe comparecer como testimonio por la publicación de dicho dibujo, que a su vez, fue utilizado por un sindicato para la denuncia de este tipo de practicas fraudulentas.
El caso es que esta historia va más allá de las páginas de una revista semanal de éxito. Azagra postea la viñeta y está recibiendo todo tipo de soporte y ánimos en su blog para seguir adelante con su crítica al poder.
Unos stats del servidor donde se aloja el website de trabajobasura.com. Nada más ni nada menos que la nada inestimable cifra de 30.000 visitas mensuales. Un sitio que tener en cuenta para visitar y no aparecer…
La libertad de la palabra quizá sea unos de los TOP3 valores más preciados que sustentan la internet que hoy conocemos, sino el primero. Pero sí es cierto que, a veces con amigos -también habitantes de la red-, discutimos sobre cómo podría mantenerse esa libertad de expresión guardando a la vez unos principios de respeto, veracidad y autenticidad.
Digo eso ahora, a propósito de unos casos de los que me he estado documentando a raíz de una consulta entrante. Es tan fácil escribir un post, o un comment, en un blog que algunos usuarios parecen desconocer el poder que pueden tener sus palabras. Padecer de incontinencia verbal en el trabajo es peligroso, pero padecerlo en internet puede ser letal para terceros.
Podría ponerle un ejemplo de cualquier gran empresa de cualquier sector, pero como estamos en una crisis económica abierta, voy a poner el ejemplo del sector de moda: el financiero.
Es realmente espectacular el rumoreo de todo tipo de crisis que se generan sobre entidades, bancos, cajas y el mismo sector; pero lo que me fascina es comprobar (siguiendo los links más relevantes) que los titulares de los posts donde aparecen juntos el nombre de la entidad y las palabras “crisis”, “bancarrota”, “suspensión de pagos” o “quiebra”, ninguno de ellos posee ninguna certeza sobre la información que está difundiendo. Palabras y frases como “supuesta”, “supongo”, “según me cuenta un amigo de confianza”… Es más, el signo de puntuación que más se repite suele ser “? ¿“. Pero al usuario medio que busca información sobre una entidad, le basta un simple rumor infundado (o no) para desechar la posibilidad de contratar los servicios de esa entidad.
Lo que debería preocuparnos, a parte del mero hecho de no aportar pruebas sobre los hechos (porque muy poca gente las tiene, y los que las tienen no están aun demasiado puestos en esto de internet), es que la información en la red es duradera, y se mantiene gravada en servidores, mirrors, cachés e indexaciones de buscadores; y la tarea de actualizar posts i comments no resulta nada fácil. Por otro lado, también continua la cultura, que existe en los medios de comunicación tradicionales, en que admitir y enmendar un error publicado pasa a ser misión imposible.
A todo eso me refiero, a seguir intentando encontrar alguna solución viable para autentificar o moderar este océano maravilloso e infinito que representa el acceso libre a la palabra. En el peor de los casos, cabe afirmar que esas lagunas, imperfecciones del sistema, también existen de igual manera en el mundo real, fuera de los confines virtuales.
A raíz del gravísimo accidente sufrido en el Aeropuerto de Barajas el pasado 20 de agosto, la Guardia Civil decidió quedarse con 18 cámaras de fotografía y video de particulares, para evitar que testigos de cualquier momento de la desafortunada tarde se conviertieran en fuentes de información. Está claro que el material que contienen esas cámaras seria el chocolate del loro para los morbosos de acontecimientos desgraciados. Sin duda, la salvaguarda de la intimidad en esos momentos (y muchos más) debe ser clave para el respeto a la víctimas y sus familiares. Siempre he pensado que el momento de la muerte de cada uno es un acto íntimo. Y así creo debe respetarse.
Hoy, en medio de todo un mundo donde todos los móviles llevan cámara, algunas calles tienen instalados sistemas de video-vigilancia, que vamos con cámaras compactas en los bolsillos, espacios públicos y privados (avisando y no avisando) grabándote con todo lujo de detalles; es cuando esos momentos -críticos- de intimidad tan reducidos cobran toda la importancia que en vida se nos ha restado.
Imagina que eres un gran banco, pero la situación de coyuntura económica actual no favorece nada al sector. Y el responsable (interno o externo) de marketing o de promociones especiales, propone realizar una campaña de captación de fondos de padres que quieran obsequiar a sus hijos con un coleccionable, terminado.
Bien, pues esta promoción que les parecía la mar de ‘inocente’, a un usuario de la red (ingeniero informático) no le parece nada acertada y hace un post explicando sus motivos, y dando a conocer su punto de vista, ilustrado -también- con la imagen de la promo. Los comments al post llegan a 26, y van llegando otros usuarios que se suman al primero. Además, y para colmo de males en estos casos, llegó a la portada de menéame (450 meneos), haciéndose aún más popular y notorio.
Como siempre en este blog, no valoraré si la promoción es acertada o no (no me toca aquí), pero sí que intento mostrar qué pasa más allá de la antigua comunicación de uno a muchos, que en la red es a veces de muchos a uno, y hay que gestionarlo. De no ser así, un pequeño foco de crisis en un blog desemboca en un debate sobre la mala educación de los niños en general, en lo mal que se proyecta la imagen de los chicos/chicas en la publicidad, en que si se tendría que denunciar dicha promoción, etc., y todo esto a raíz de una acción firmada por una entidad financiera, que lo último que necesita ahora es dar una imagen peor que su competencia.
Antes de ayer asistí en directo a la recomendación de distintos locales, en este caso del sector de la restauración, a través de Twitter. Tanto el primer comentario de ejemplo, como el segundo, ambos llevan el nombre de un restaurante y un enlace donde se encuentra una valoración del local (las dos positivas). Estas publicaciones originadas en Twitter no dejan de ser entradas a indexar en buscadores, y por tanto, materia prima de posicionamiento para dichas denominaciones. La recomendación sigue siendo la herramienta de márketing más potente donde las haya, y Twitter permite recomendar a tiempo real, aunque su peso sea debil.
Aun así, estos casos no darían un posicionamiento directo (no ayudarían al posicionamiento orgánico: marca<->valor) ya que la opinión del prescriptor no se publica junto al nombre del restaurante, sinó que se referencia a un website exterior con una URL reducida. Siguiendo el enlace, sí se encuentra la valoración de dicho local.
Estamos ante el handicap de escoger entre (1) posicionar una marca con una valoración dentro de un mismo twit (subjetivo), o (2) nombrar una marca con un enlace externo hacia un website con varias opiniones (más objetivo) pero con más credibilidad.
Mi mente marketiniana no puede dejar de pensar en nuevos medios y sistemas para la interrelación entre públicos con intereses coincidentes. ¿Estaremos asistiendo al parto de un nuevo twitmarketing?
Quizá sea la única principal asignatura pendiente de internet: salvaguardarse del engaño. Aun así, cuando hablamos entre compañeros o clientes, siempre les saco el ejemplo que en la vida real también pueden engañarte. Pero todos somos conscientes del cobijo que representa para el malechor, poder actuar con casi la total seguidad de no poder ser descubierto (también sabemos que puede llegar a localizarse un individuo que cometa una falta suficientemente grave como para que valga la pena la investigación, y su consiguiente detención). Pero aún hoy, internet actúa como velo ocultando muchas identidades. Identidades que atentan contra el honor y la verdad de persones, empresas e instituciones, quedando aquellas impunes por sus delitos, más o menos pequeños, pero ahí están.
Por este motivo, creemos que hay que fomentar el aprendizaje de los menores en las TIC, y enseñarles cómo hay que interactuar en la red, aprendiendo a leer y a discriminar las informaciones auténticas y veraces, de las falsas y leoninas.
Aún así, falta mucho por hacer, y, al igual que aún hoy no sabe leer bien la televisión, habrá quien nunca sepa leer los mensajes de internet.
Ayer por la mañana, navegando en YouTube, me encontré un vídeo, dentro de una cuenta que lleva el nombre de una empresa, en el que se ve a una persona trabajando en una fábrica téxtil. Según lo que está escrito en el about del vídeo, se afirma que lo que se ve es un trabajador ilegal, trabajando en dicha empresa, por la noche y con unos horarios exagerados.
Lo que me sabe mal, como profesional que trabaja en la red, son este tipo de comportamientos de tirar la piedra y esconder la mano. Si realmente hay quien obliga a ejercer este tipo de prácticas en su casa, hay que recurrir a la ley. Si no, uno no puede subir un vídeo un buen día, y esperar a que pase algo, porque no va a pasar nada, ya que el vídeo no está firmado por nadie, y sin un autor que responda de su acto, esto no sirve más que para ensuciar el mal posicionamiento de la empresa en buscadores, pero el pobre hombre (si es así), sigue trabajando sin descanso.
Internet tiene que ser tal y como es: libre. Pero la libertat también tiene precio, y es la valentía de dar la cara para ejercerla, y no escudarse detrás del anonimato. Vamos, como en la vida real.
Unas simpáticas fotografías de un bloguero nos causan una frívola hilaración. No sabemos si el encargado de la sección de música de una muy conocida cadena de hipermercados lo ha supervisado, pero en cualquier caso, debería. Ver esto, me ha quitado las ganas de irles a comprar…
[ACTUALIZACIÓN 08-08-29] Otros dos ejemplos más de ‘mala etiquetación’ + no revisión. Cuando se enteren…
El clásico se repite a diario. Simples personas (con o sin razón) se enfrentan a grandes compañías sólo con la fuerza de la palabra (escrita o hablada). Una de las marcas más poderosas de la industria textil española se ve tachada de una dura acusación desde lo más hondo de un foro de Internet. Una vez más, desde este blog no vamos a entrar en valoraciones si lo que se dice es cierto o no (no estamos para eso). Lo que sí digo es que todos los comments que acumula la denunciante van claramente a su favor, animándole a que lo exponga en más medios. Incluso, un usuario que se declara trabajador de la empresa en cuestión le pide disculpas… y admite que, según su criterio, es una “copia descarada”.
Hoy, cuando una empresa comete un error, en poco tiempo éste trasciende a los medios. Los tradicionales explican el suceso, los 2.0 también, pero además abren las puertas a los comentarios de todo el mundo, aceptando su participación y aportaciones de opiniones y experiencias personales. De ahí, que respete a los new media, como Internet, enormemente y postule su extremo cuidado sobre todas las cosas.
Y más allá de un simple comentario de una noticia en un post, hay abrir una cuenta en YouTube (con un nombre que le vaya 😉 colgar el vídeo recién salido de TV, y dejarlo en Internet para la posteridad… para que los futuros clientes de la compañía puedan documentarse. Sé que es duro, pero la realidad en la red así es. También hay que decir, que a esta empresa no es la primera que vez que le suceden cosas. Esperemos, para su propio bien y el de sus viajeros, que no les suceda nada más.
Head of @LEWISPRspain Devoted to communications, Social Media Maven (they say),eager beaver and curious about almost everything. @Mapasonor @TwestivalBCN