Cuando estalla la crisis, el trabajo hecho en prevención hasta ese momento va a resultar clave para su detección, gestión, resolución y retorno a la normalidad.
Pero, cuando estamos en el ojo del huracán, no sólo es importante salir cuanto antes, sino también de qué manera lo hacemos, ya que la forma en que se haga marcará fuertemente nuestra personalidad de marca y pondrá el punto de partida a la nueva situación de ‘normalidad’ post-crisis.
1) detección
este factor de alerta es el paso fronterizo entre la tranquila etapa de prevención y la agitada situación de crisis. Tiene mucho que ver con la monitorización que hagamos en los distintos entornos de medios online: sean blogs, foros, comunidades, webs de opiniones y críticas, comments en plataformas colaborativas, actualizaciones de estado, grupos contrarios en redes sociales, etc.
Habrá que programar las alertas necesarias para ser notificados puntualmente de la aparición de estas informaciones (contrarias a los intereses de la compañía), y que todas pueden ser foco de conflicto.
2) gestión
siendo conocedores, a tiempo, de quién dice qué sobre su organización, en un determinado lugar de la red, el rápido manejo de lo que hagamos con esa información determinará su evolución para bien o para mal. En función de cuál sea el post, comentario, aparición, mención, opinión, queja o alusión; nuestra respuesta tendrá que ser una u otra. En cualquier caso, la calma, la humilidad, sinceridad y disposición positiva para ayudar serán las mejores compañeras en este punto muy crítico para el progreso del conflicto.
3) resolución
si por la razón que fuere, la crisis ha proseguido: el(los) usuario(s) se ha(n) organizado, ha habido un efecto llamada (Straisen), ha trascendido a más medios online y offline, etc; se deberá proseguir a la búsqueda de la resolución del conflicto cuanto antes con una de las 4 estrategias principales de salida:
(a) el silencio, en offline, se aconseja si la implicación con la crisis es marginal, aunque es mal considerada por los medios y la opinión pública, por percibirse como ocultación de información. Y no nos engañemos: si los medios no se les sirve información ‘oficial’, pasarán a buscarla en fuentes no-autorizadas), y aún puede ser peor. En online, continúa siendo una estrategia peligrosa
(b) la negación podría ser una opción, aunque a día de hoy, nada aconsejable, ya que con el sistema informativo vigente existe una probabilidad muy alta de conocer detalles ocultos que crearían un impacto público mayor que los conocidos
(c) la sinceridad total o confesión de los hechos ayudará a conseguir complicidades con los medios de comunicación (electrónicos, blogs de referencia, líderes de opinión). Una buena gestión de la sinceridad y la aceptación racional de responsabilidades, nos tendría que llevar a buen puerto
(d) transferir responsabilidades a terceros puede funcionar a corto plazo: focalizar el problema a un directivo o colaborador, culpar a un proveedor, etc. Habrá que tener en cuenta que al final, la opinión pública exigirá una responsabilidad por parte de la organización, haciendo frente a la crisis y no sólo a través del cabeza de turco que se haya sacrificado
4) retorno a la normalidad
una vez las aguas vuelvan a su cauce, la tensión mediática disminuye su presión, y el(los) usuario(s) haya(n) obtenido el objeto de su enojo (problema con un producto, choque con una de las políticas de la empresa…) habrá que evaluar globalmente el impacto de lo sucedido (informe de daños) de los activos relacionales y de imagen percibida de los individuos digitales. La imaginación tendrá un papel destacado en cómo conseguimos obtener ese inventario de opiniones de terceros sobre nuestra marca, sin que se vean forzados a ofrecer sus pensamientos a la compañía.
Volveremos al monitoreo (que habrá sido continuo durante todo el período del conflicto) ahora sosegado, viendo qué acciones podemos proponer a la comunidad que ayude a restaurar la situación de salida y recomponer lo que se ha perdido por el camino.
BONUS: No hay que olvidar que el usuario tipo de internet es un ser humano que actua solo, ante su ordenador, apoyado por miles de semejantes, que sumados vertebran un nuevo crowdbeing indomable por ninguno de ellos por sí solo; que a su vez obedece a unos difíciles objetivos colectivos a modo de rebaño. Objetivos que pueden responder a fines de una enorme sensibilidad o de una crueldad inhumana.
Cuando mejor retomemos esa nueva situación de normalidad, mayor continuará siendo el capital de imagen que conservaremos en las arcas de bienes intangibles de la compañía.